6/14/2004

Desaparición joyas del Museo Egipcio, sólo la punta de un iceberg

El Cairo, 14 jun.– La pérdida de 36 brazaletes y dos anillos de oro de la época grecorromana ha desatado la polémica sobre la seguridad de los tesoros que se conservan en el Museo Egipcio, el primero del mundo en cultura faraónica.
La desaparición fue denunciada por el secretario del Consejo Superior de Antigüedades (CSA), Zahy Hawas, quien señaló que el caso está en manos de la fiscalía para su esclarecimiento, en lo que podría suponer sólo "la punta del iceberg" de los extravíos y expolios de la inmensa riqueza arqueológica del país.
La pérdida de las 38 piezas, que fueron descubiertas en 1905 en la zona de Kom Apolo, al noroeste de El Cairo, fue revelada en un informe de una comisión del CSA, que entre enero y mayo realizó un inventario de lo expuesto en el Museo Egipcio.
El caso llegó al Parlamento, donde el ministro de Cultura, Farouk Hosni, tuvo que afrontar una interpelación de los diputados Mohamed Abu Eleinen y Adel Eid.
¿Existe un inventario de todas nuestras piezas históricas?, ¿En que se fundamentan los informes que denuncian las desapariciones? preguntó Abu Eleinen, mientras que Eid manifestó su estupor por el hecho de que la pérdida se haya producido en un lugar que cuenta con un sofisticado sistema de vigilancia.
En su turno de respuesta, Hosni subrayó la imposibilidad de robos en el museo debido al dispositivo de seguridad y dijo que "quizá" las joyas permanezcan en el sótano del mismo, donde más de 80.000 antigüedades se han almacenado en los últimos cien años, en algunas ocasiones sin ser registradas.
La detección de robos y extravíos de antigüedades del Museo Egipcio se remonta a la década de los cuarenta, cuando el entonces rey Faruk sacó algunas de ellas para decorar sus palacios.
Veinte años después, un bastón del faraón Tutankamon desapareció para siempre, tras haber sido "olvidado" por los miembros de una comisión que realizó un inventario en el museo.
Desde entonces se han producido varios casos más, como el del ladrón que en 1993 rompió uno de los cristales de las vitrinas para sustraer tres estatuillas que se colocaban junto a las momias a fin de protegerlas en la otra vida, o el del delincuente que en 1995 se quedó escondido toda la noche detrás de una estantería para hurtar un puñal de Tutankamon y 18 brazaletes y dos anillos de oro.
Aparte de revelar el descontrol en la conservación de las reliquias históricas de Egipto, la nueva desaparición pasa además a sumarse al expolio que sufrió el país durante la época colonial, cuando muchas piezas faraónicas fueron robadas de los museos y sitios arqueológicos y sacadas de contrabando a Occidente.
El Museo Egipcio, un edificio de línea decimonónica que abrió sus puertas el 15 de noviembre de 1902 con una colección de 36.000 piezas, tiene en la actualidad hasta 160.000, que van desde el periodo pre-dinástico y las primeras dinastías, que se remontan a 3.100 años antes de Cristo, hasta el grecorromano, con vestigios también de las primeros siglos de nuestra era.

ANTONIO JARA/EFE

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